¿Vamos a heredar nuestra basura?
A lo largo de nuestras vidas vamos acumulando cosas, algunas porque lo requiere la ley, como las facturas, otras porque pensamos que en algún momento nos van a servir, y muchas otras las estamos guardando porque pensamos que a nuestros hijos les tenemos que dejar algo, aunque no les guste, o porque viene desde los tatarabuelos.
Si bien es cierto, las herencias representan un tesoro familiar donde se van pasando objetos de generación en generación que se convierten en iconos familiares, cosas de mucha valía, muy apreciadas por sus buenas cualidades, que son bienvenidas con ilusión, y en algunas ocasiones, por más de un miembro de la familia y habrá que sortearlas.
Sin embargo, hay muchas otros objetos que sólo tienen valor para nosotros, a los que nos sentimos apegados. Hay papeles que fueron importantes para nosotros, obsequios que recibimos de personas queridas únicamente por nosotros, colecciones de objetos a los que sólo nosotros le conocemos su uso o que fueron parte de nuestros pasatiempos; recuerdos personales y propios que a la única persona a la que le genera un recuerdo agradable es a nosotros y que cuando faltemos, se convertirán en basura para nuestros familiares y herederos.
Estamos dejando en manos de nuestros familiares y herederos nuestros sentimientos, que son propios e intransferibles ¿porqué? si son únicamente nuestros y de nadie más y sabemos que ellos no harán con eso lo que nosotros hubiésemos querido.
A mi criterio, y por las experiencias que hemos tenido en Iguana Dorada, es un poco egoísta y pesado de nuestra parte dejar que otro que decida qué hacer con el producto de nuestro sentimentalismo y acumulación; con nuestros recuerdos, con nuestros apegos sin siquiera dejar instrucciones de qué hacer o cómo repartirlas. Para nuestros familiares y herederos se vuelve una tarea tediosa y aburrida que genera una molestia para ellos.
Hagamonos cargo nosotros de nuestra basura sentimental. Si basura, porque para la única persona que tiene un uso o algún valor es para nosotros, para nadie más, mucho menos para nuestros seres queridos.
Encargémonos de revisar nuestras bodegas, clósets y cajones e ir separando y marcando las cosas que yo quiero que alguien se las quede. Al igual que hicimos con los bienes inmuebles y los objetos de valor, hagámoslo con los objetos que son producto de nuestro sentimentalismo y acumulación. No le dejemos ese “camote ” a nuestros seres queridos porque seguramente terminarán en el basurero.
¿Vamos a heredar nuestra basura?